Madrid. Basílica Pontificia de San Miguel. 5-III-2020. Lobo, Missa Maria Magdalene. Qvinta Essençia.
Eduardo Torrico
07/03/2020 – Scherzo
No hace falta tener una gran memoria para recordar que hasta hace no mucho los encargados de hacer, casi de manera monopólica, polifonía renacentista española eran grupos ingleses. Sin embargo, han surgido en los últimos años en nuestro país varias formaciones vocales, integradas por lo general por gente aún en edad joven, que han abordado este repertorio con convicción, con pasión, con fundamento y sin complejos, dejando en evidencia que están igual de preparados que esas formaciones foráneas que se habían ‘apropiado’ sin misericordia de estas obras y, lo que es más importante, aportando una visión tan diferente como enriquecedora.
Qvinta Essençia es una de esas formaciones (hace apenas tres meses presentó su primer trabajo discográfico, magnífico, con madrigales de Gesualdo). Es un buen ejemplo de lo quiero decir cuando me refiero a “una visión diferente”. En su propia tarjeta de presentación, el grupo expresa sin ambages que “Qvinta Essençia se adentra en la interpretación de la polifonía del Renacimiento alejándose del camino de la ortodoxia”, para añadir, a continuación, que “sus interpretaciones están caracterizadas por la abundancia de detalles y de colores”.
El núcleo de Qvinta Essençia es el cuarteto formado por la soprano Èlia Casanova, el contratenor Hugo Bolívar, el tenor Albert Riera y el bajo Pablo Acosta. Para el ambicioso programa que ha presentado en la XXX Edición del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, el grupo se ha reforzado con otra soprano, Olalla Alemán, y con otro bajo, Julián Millán, a quien hace poco pudimos escuchar en el Auditorio Nacional de Música, como integrante del coro del Collegium Vocale Gent, en el excepcional Oratorio de Navidad de Johann Sebastian Bach que dirigió Christoph Prégardien.
El programa, titulado In festo Sanctae Mariae Magdalenae, pivota en torno a este controvertido personaje bíblico, objeto de una importante revalorización (pictórica y escultórica, pero también musical) en la España posterior al Concilio de Trento. Qvinta Essençia convierte en piedra angular de su proyecto a la bellísima Missa Maria Magdalene del ursaonense Alonso Lobo (1555-1617), despiezándola para evitar cualquier sensación de monotonía y entreverándola con motetes de Francisco Guerrero, Alonso de Tejada y Juan de Esquivel, así como algunas piezas cantadas en español de Juan Vásquez y Antonio Cebrián.
Las lecturas de Qvinta Essençia son frescas, pero a la vez profundas. Conocen estos cantantes el suelo que pisan y, gracias a ello, evitan los resbalones de los que no se libran otros. En buena medida, el peso de la interpretación recae en la privilegiada voz de Casanova, una cantante que no para de crecer y cuyo límite, por fortuna, se vislumbra todavía muy lejano. Nunca ha sido Bolívar, lo reconozco, santo de mi devoción, pero admito que el este terreno de la polifonía del Renacimiento me resulta absolutamente convincente. También es bueno reflejar que se trata de un cantante joven y que es obvio que ido mejorando con el paso de los años. Riera y Acosta aportan su experiencia para terminar de forjar los cimientos de un grupo que tiene muchas cosas interesantes que decir no solo en este repertorio, sino también en otros cronológicamente posteriores.
Puestos a ser puntillosos, quizá sería aconsejable una mayor profundización por su parte en la pronunciación histórica, no solo del latín, sino también del español. Ya sé que es este un terreno pantanoso por la carencia documental, lo que lleva a muchos grupos y cantantes a tirar por la calle de en medio. Nadie sabe cómo era el latín que se usaba en el canto en aquella España del siglo XVI (a las corrupciones de la pronunciación autóctona, habría que unir las propias de los cantantes llegados aquí de Flandes o de Italia). Sin embargo, es conveniente mantener un mínimo de coherencia: si pronuncias “ekchélsis” y no “ekzélsis” (excelsis), se antoja recomendable que dos pasajes más adelante pronuncies “máña” y no “májna” (magna). En cuanto a la pronunciación española antigua, procede recordar que en aquella época no había una uniformidad gráfica y que no existía la letra jota, pero sí la letra equis, que sonaba de manera parecida a nuestra actual jota. Por tanto, no tiene ningún sentido pronunciar “meksíllas” cuando en realidad se trata de “mejíllas”, por mucho que Vásquez escribiera “mexillas” al no existir entonces la jota. No es más que pecata minuta que no empaña la formidable actuación de Qvinta Essençia, cada vez más consolidada como una de las formaciones vocales punteras dentro de la música antigua que se está haciendo en España.